A vast urban network buried beneath Angkor Wat has been revealed through LiDAR and radar imaging, uncovering roads, canals, reservoirs, and densely populated settlements.

Oculta bajo la densa jungla camboyana, Angkor Wat ha fascinado a exploradores e historiadores con sus imponentes templos y intrincadas tallas.
Sin embargo, descubrimientos recientes revelan que este icónico sitio es mucho más que un monumental templo; se encuentra en el corazón de una civilización perdida que la ciencia aún no puede explicar completamente.
Los arqueólogos, utilizando tecnologías de vanguardia como LiDAR y radar, han descubierto una metrópoli extensa enterrada bajo el bosque, con caminos, canales, embalses y asentamientos que se extienden por cientos de kilómetros.
La escala, sofisticación e ingenio de esta antigua red urbana desafían nuestra comprensión de las sociedades premodernas, sugiriendo una civilización cuyos logros rivalizan o incluso superan a los de Europa o China en su época.
En 1860, el naturalista francés Henri Mouhot se adentró en la jungla camboyana con un machete en mano, buscando insectos exóticos y plantas olvidadas.
“La vegetación densa amenazaba con tragármelo”, recordó, mientras luchaba contra las enredaderas que atrapaban su ropa. Sin embargo, a medida que avanzaba, un espectáculo emergió que cambiaría para siempre la comprensión del mundo sobre la historia humana.
“Los enormes templos de piedra comenzaron a tomar forma, sus torres y gables grabados con intrincadas tallas que parecían extenderse sin fin”, relató Mouhot en su diario.

Los muros gigantescos formaban precisas enclosures alrededor de patios y santuarios, sugiriendo un orden y ambición que superaban las capacidades de cualquier sociedad europea contemporánea.
“Lo que vi era más grandioso que cualquier cosa que nos haya dejado Grecia o Roma”, escribió. Pero las preguntas surgieron rápidamente: ¿quién había construido estas increíbles estructuras? ¿Cómo habían logrado construirlas en el corazón de una jungla remota y hostil?
¿Por qué una civilización tan avanzada simplemente desapareció, dejando solo fragmentos de templos y embalses?
Durante décadas, los investigadores exploraron las ruinas, mapeando estructuras individuales y catalogando inscripciones.
Cada descubrimiento sugería un rompecabezas más complejo de lo que cualquiera había imaginado. El templo mismo resultó ser más que un sitio religioso; era el corazón ceremonial y administrativo de una metrópoli que había apoyado a cientos de miles de habitantes.
Se descubrió que la ciudad cubría un área más grande que Londres moderna, con una complejidad urbana que desafiaba a historiadores y arqueólogos.
El diario de un funcionario chino, Zhou Daguan, que visitó la capital camboyana en el siglo XIII, documentó una ciudad rebosante de vida.
“Los mercados estaban llenos de comerciantes, los canales transportaban mercancías y agua, y las calles estaban llenas de ciudadanos que se movían entre templos, palacios y talleres”, escribió.
Zhou describió una jerarquía cuidadosamente orquestada donde los reyes-dioses gobernaban, los sacerdotes realizaban ceremonias elaboradas y los artesanos trabajaban en esculturas intrincadas.

Durante mucho tiempo, muchos académicos dudaron de los relatos de Zhou, asumiendo que eran exageraciones fantásticas. Sin embargo, la llegada de la tecnología moderna demostró que era sorprendentemente preciso.
Los escaneos de radar y LiDAR atravesaron el dosel de la jungla, revelando una vasta red urbana que se extendía más allá de los templos conocidos.
Los embalses ocultos, las redes de canales y los caminos rectos que conectaban aldeas distantes mostraron que los monumentos visibles eran solo la punta del iceberg de una enorme ciudad.
Los arqueólogos comenzaron a darse cuenta de que Angkor Wat no era un sitio religioso aislado, sino el centro de una civilización compleja cuya escala y sofisticación rivalizaban con cualquier ciudad europea medieval.
La disposición de la ciudad hablaba de la ingeniosidad de la civilización camboyana. Los templos, caminos y palacios estaban dispuestos meticulosamente en una cuadrícula rectilínea alineada con los puntos cardinales y las vías fluviales naturales.
“Cada asentamiento estaba integrado en un sistema coherente de agricultura, comercio y administración”, explicó Elizabeth Moore, una arqueóloga líder en la región.
La verdadera revolución en la comprensión de Angkor no provino del suelo, sino del cielo. En la década de 1990, científicos de la NASA aplicaron su sofisticada tecnología de LiDAR y radar en la jungla camboyana, revelando una ciudad que había estado oculta durante siglos.
“La sofisticación de su planificación urbana es asombrosa”, comentó Moore. “Cada asentamiento, cada canal, cada templo está integrado en un único sistema coherente”.

El descubrimiento de esta metrópoli perdida ha iluminado una sociedad que combinó maestría técnica con devoción espiritual, sustentando a cientos de miles de personas en uno de los entornos tropicales más desafiantes del mundo.
Sin embargo, la historia de Angkor también es una de fragilidad. La civilización camboyana prosperó gracias a un extraordinario sistema de ingeniería hidráulica que permitía el manejo del agua en un clima que presentaba desafíos constantes.
“Los canales desviaban el agua de los ríos y los embalses almacenaban las lluvias del monzón para los meses secos”, explicó el arqueólogo Jacques Gossé.
A pesar de su éxito, Angkor enfrentó desafíos ambientales y políticos que eventualmente llevaron a su declive. La deforestación para expandir la agricultura, junto con la sedimentación de ríos y canales, comenzó a socavar el sistema que había sustentado su crecimiento.
En 1431, el reino tailandés de Siam lanzó una campaña decisiva, saqueando Angkor y capturando a miles de sus habitantes. A medida que la jungla reclamaba su espacio, la gran ciudad se desvanecía en la leyenda.
Hoy, Angkor Wat es un sitio del Patrimonio Mundial de la UNESCO, atrayendo a académicos y turistas por igual.
Sin embargo, más allá de los templos, bajo el dosel forestal, yace una ciudad cuyo alcance completo, organización social y genialidad tecnológica pueden nunca ser completamente explicados.
Angkor Wat no es solo un monumento; es un testimonio de una civilización que dominó la naturaleza, construyó una metrópoli sin igual en su tiempo y desapareció en la jungla, dejando un legado que continúa desconcertando e inspirando.
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